|Por:Carlos Noé Cota|

Iniciamos un año donde el ambiente electoral será un buen distractor. Muchos protagonistas buscarán llamar la atención sin importar el cómo ni en cuanto; el principal objetivo será estar el año entrante en las boletas electorales en busca del poder político que también reditúa altos beneficios económicos. Tan es así, que el poder político es uno de los factores que más inciden en los cambios de conducta del ser humano.

De aquí al proceso electoral del 2021 habrá de todo como en botica. Algunos tratarán de resolver sus problemas económicos a través de un puesto de elección popular; otros pretenderán tener el don de mando o servir a la sociedad, mientras que más de uno, sin darse cuenta, llegarán a la mediocridad política. Por norma, los políticos tradicionales buscan el poder para lograr una combinación de todo: resolver sus problemas económicos y tener poder e impunidad.

El avance de la democracia ha ido acabando con el político tradicional. La alternancia del poder es una realidad que fue comprobada en el 2000 y el 2018. El político tradicional y el caciquismo político deben ser parte del pasado.

A futuro debemos ser actores y testigos de competencias electorales con ideas, programas, mentes frescas y acciones de gobierno que ayuden a disminuir la pobreza, a terminar con la impunidad y a castigar la corrupción.

En este 2020 veremos a muchas figuras del medio político, empresarial y social hacer el juego de las dos caras, la que muestran en público y la que manejan en privado, misma que generalmente está llena de sorpresas poco agradables.
La política, los partidos y los políticos se están devaluando. La incredulidad ciudadana crece y las notas negativas en redes sociales aumentan, desquiciando con ello la gobernabilidad, la paz social y el desarrollo. Sin embargo, la política nunca va a desaparecer, es necesario que se transforme, la duda es en qué sentido y con qué objetivo.

El país tiene nuevo liderazgo y ojala que en él se encuentre un sentido de responsabilidad y visión de futuro para el país. Mientras tanto los sinaloenses esperamos que en el 2021 los mejores hombres y mujeres compitan por los puestos de elección, que ganen los mejores para que hagan de Sinaloa un mejor Estado.

EL TEMA DE LA INSEGURIDAD NO PASA DE MODA

El estigma del narcotráfico que arrastra Sinaloa, sigue siendo una etiqueta que no hemos podido eliminar, a pesar de los intentos de quienes han gobernado la entidad. La violencia es un fenómeno no privativo de la entidad y su combate frontal también le corresponde a la federación con apoyos logísticos, económicos e infraestructura para el Estado y sus 18 municipios.

En la época de la segunda guerra mundial, Estados Unidos impulsó y apoyó la siembra de amapola en Estados como el nuestro, al utilizar la heroína en la curación de sus soldados. Al término de la misma, se inició la primera campaña de erradicación de la siembra de amapola en los límites de Chihuahua, Durango y Sinaloa, mientras que el cultivo de la mariguana aún no pintaba.

El gobernador GRAL. PABLO MACÍAS VALENZUELA, combatió con toda la fuerza del Estado la siembra y comercialización de enervantes; en el gobierno de LEOPOLDO SÁNCHEZ CELIS, la lacra de la violencia se controló un poco al darse un pacto no escrito entre autoridades estatales y miembros del crimen organizado.

En la administración de ALFREDO VALDÉS MONTOYA, afloraron resentimientos entre unos y otros, se perdió la tregua, resurgieron los asesinatos y la sociedad vivió épocas de intranquilidad; en el gobierno de ALFONSO G. CALDERÓN, Sinaloa pasó de productor de amapola y mariguana a consumidor y la capital sinaloense fue reconocida como el Chicago mexicano, centro del narcotráfico, generador de millones de dólares de ganancias, pero también con una infinidad de desaparecidos y asesinados. Al final de esta administración se dio cierta paz y tranquilidad, misma que se perdió con el arribo de ANTONIO TOLEDO CORRO.

Los campesinos de la sierra sinaloense fueron utilizados en la siembra y cultivo de amapola y mariguana, mientras que poderosos líderes del narcotráfico introducían a Estados Unidos la droga que les permitió obtener jugosas ganancias.
El narcotráfico, la corrupción, la violencia, la pobreza y la carencia de valores, siguen siendo un cuento de nunca acabar.

El trágico jueves negro en Culiacán, donde grupos armados de manera violenta exigieron la liberación de OVIDIO GUZMÁN y las balaceras de fin de año es un recordatorio de lo que no debe suceder.