|Por Carlos Noé Cota|

 

Hay tres rasgos que caracterizan el sistema político mexicano: la democracia representativa, la dictadura presidencial nuevamente de moda y el corporativismo que actualmente sólo cambio de dueños. El Estado mexicano está conformado por una peculiar combinación de estos tres elementos que, desde luego, no tienen el mismo peso, sobre todo si se observa a lo largo del tiempo.

La constitución de 1917 sanciona y legisla, por igual, estos tres aspectos de la organización política de México. Una parte del texto constitucional se inspira en el liberalismo y por ello establece la igualdad de los hombres y mujeres ante la ley y una serie de garantías individuales, que afirma que la soberanía reside en el pueblo, quien la ejerce por medio de sus representantes electos mediante sufragio; que implanta la división de poderes ejecutivo, legislativo, judicial, y que concibe al país como una república, compuesta de Estados libres y soberanos en todo lo que concierne a su régimen interior, pero unidos por un pacto federal.

En otra parte, de acuerdo con la carta de Querétaro, el presidente de la República, como sucede con ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR, tiene derechos de iniciar leyes y emitir decretos, convirtiéndose en otro poder legislativo. Pero eso no es todo, el presidente tiene entre sus facultades las de proponer, nombrar y remover a discreción a las autoridades judiciales. De esta manera, los poderes del ejecutivo son tales, que absorben y hacen complementarios del mismo a los otros dos poderes. Además, la soberanía de los Estados se halla extremadamente limitada por la federación, y está sujeta a los poderes discrecionales del presidente y que no decir del control y limitantes que tiene la autoridad municipal frente al poder ejecutivo a nivel estatal y federal.

Entre las reformas planteadas por el presidente de la República AMLO y que algunas son ley, están el fraude electoral como delito grave, reducir sueldos y burocracia, derogar la reforma educativa como así sucedió, la reforma legal para crear la guardia Nacional, reformas a la ley para considerar delitos graves la corrupción en todas sus modalidades, establecer en la ley el mecanismo de consulta para revocación del mandato y establecer en el artículo tercero el derecho a la educación pública y gratuita en todos los niveles incluyendo la educación superior entre otras reformas.

Estas reformas permiten que el presidente se convierta en juez, en árbitro supremo del país y quien decide a donde va gran parte del presupuesto federal. Funciones arbitrales las que dan lugar a toda una estructura corporativa y centralizada en manos del presidente y nadie más. El Estado Mexicano no es ninguna parte independiente del engranaje del poder, pues su función primordial es obtener el equilibrio entre los factores de producción, garantizando la operación del sistema que es, obviamente, parte de su responsabilidad, buscando la conciliación de clases, “la unidad nacional”, el progreso de sus gobernados y la seguridad nacional.

Sin embargo, tal parece que muchos ciudadanos le temen a lo que viene, algunos confían en el capitán del barco, mientras que a otros les es indiferente, principalmente por la ley “Bonilla” en Baja California, la ley de extinción de dominio y la ley Garrote en el Estado de Tabasco. Como recordatorio de la historia, Carranza fue destruido por sus contradicciones. Cuando se lanzó al campo de batalla para restaurar el orden constitucional, no sospechaba que al alcanzar su meta se descubriría sobrepasado por ella. Antes del Constituyente desarrolló un juego de poder cuyo último fin sería controlar ese orden por el que luchaba, después de Querétaro descubrió que el juego tendría que hacerlo contra una Constitución contraria a las que eran sus íntimas convicciones. Carranza se vio envuelto en una lucha contra el mismo partido liberal Constitucionalista que se había creado para controlar el proceso político, pero que después se le escapó ante el descontento popular.

En las elecciones celebradas en el mismo 1917, con el fin de que los Estados volvieran al orden constitucional, Carranza logró imponer a la mayoría de los gobernadores de los 19 Estados donde fue posible celebrar elecciones. No toleró la libertad de prensa, cerró periódicos que cuestionaban su gobierno y deportó a periodistas independientes. En fin, una historia llena de contradicciones y reflexiones que invitan a valorar el presente.

EL MUNICIPIO DE AHOME Y SUS DIFERENTES GOBIERNOS.
En los últimos años, el Municipio de Ahome ha tenido gobiernos de diferentes signos políticos, mismos que fueron sometidos a duras pruebas de capacidad, planeación, visión, honestidad y liderazgos. Algunos de sus gobernantes fueron generadores de acuerdos sociales, manteniendo cierta unidad entre los ciudadanos; otros no pudieron darle una verdadera dirección al desarrollo y planeación del municipio; algunos lograron sentar las bases para generar una mayor competitividad empresarial y partidaria; mientras que otros se enriquecieron y usaron el cargo como plataforma en busca de nuevos cargos de elección popular. También el poder municipal ha servido para pagar campañas políticas y favores empresariales.

Actualmente, MANUEL GUILLERMO CHAPMAN MORENO, llegó gobernando con un estilo diferente a sus antecesores, tratando de fortalecer y perfeccionar el Estado de derecho, defendiendo la autonomía municipal, dando viabilidad económica para que esta responda a la propia transformación social, creando condiciones que favorezcan a sectores marginados. BILLY CHAPMAN, se ha comprometido a generar una nueva cultura de responsabilidad compartida en sectores de la educación, padres de familia, entre otros. Un cambio en las formas de convivencia política, en las concepciones, en las costumbres y no solo en el rumor o el mitote. Durante los últimos años también se han arraigado vicios con la complicidad de autoridades municipales y empresarios en contratos de obra pública negociada y con moches; fraccionamientos entregados y no terminados; reglamentos municipales no aplicados y viciados; terrenos municipales en manos de particulares; permisos de alcoholes en manos de políticos y que no decir del transporte público, etc.

El 24 de julio pasado, a través de las redes sociales circuló una carta firmada por dirigentes empresariales del municipio de Ahome, mucho antes de llegar a su destinatario el presidente municipal. En dicho documento se presentaban una queja contra algunos inspectores pertenecientes a la Dirección de Inspección y Normatividad, acusándolos de extorsionar a comerciantes. Lo raro de todo esto, es que hicieron público este documento, antes de entregarlo a su destinatario que era el alcalde, en una forma de propinarle un gancho al hígado más que encontrar soluciones. Sin embargo, este golpe fue revirado por las autoridades municipales al ventilarse una serie de irregularidades y violaciones a reglamentos municipales que exhiben complicidades que se han dado desde otras administraciones.

Ahome y su gobierno necesitan ampliar los causes de la participación tanto en lo político, social y económico, para desterrar cualquier acto de impunidad y corrupción para que junto con empresarios visionarios sigan construyendo una sociedad más fuerte, más unida, mejor organizada y representada. Los cambios son positivos cuando estos son usados para fortalecer a unos y otros y no para debilitarse mutuamente. Ya basta de empresarios y funcionarios públicos corruptos. El municipio requiere del trabajo conjunto de todos los sectores, es momento de unirse dejando atrás vicios y rencores para lograr mejores resultados.