|Por: Carlos Noé Cota|

Los últimos 36 años de gobiernos tecnócratas etiquetados de neoliberales, abarcaron una etapa de lento pero sostenido crecimiento económico. En estos años, la población mexicana presenció el desenvolvimiento de la producción agrícola; la desaparición gradual del artesano frente a la competencia de fábricas e importación de productos; los abarrotes quedaron rezagados frente a los grandes centros comerciales; la creciente diversificación de las exportaciones y las importaciones de bienes de producción en proporciones cada vez mayores, le dieron nuevo giro a la economía del país. El Tratado de Libre Comercio, por su parte, vino a dinamitar la expansión entre exportación e importación, midiéndose tanto en cifras per capital como en totales.

A partir de entonces nuestro país se ha visto apoyado por la inversión extranjera, atraída por los recursos con que se cuenta: Mejores carreteras, aeropuertos, puertos, minería, pesca, agricultura, mano de obra, agua, clima, bosques, entre muchas cosas más. Con ello se logró cierta paz y estabilidad política como ingrediente esencial de ese crecimiento económico lento pero permanente.

Lamentablemente todo esto no ha sido suficiente para generar los empleos que se reclaman. En cambio se abusó del poder, la violencia y el crimen organizado se dimensionaron, y en lugar de presidente tuvimos reyes a quienes había que aclamar, aplaudir y justificar. Hoy estamos pagando las borracheras del pasado y tenemos que aguantar lo que sigue o levantar la cabeza con dignidad. Querer gobernar al estilo de los años treinta o setenta, es ir contra el tiempo, la modernidad nos empuja al futuro, las circunstancias son diferentes al igual que la sociedad y sus actores. Vivimos en un mundo globalizado y tenemos que aprovechar la oportunidad que nos brinda el tratado comercial con Estados Unidos y Canadá (T-MEC), así como las ventajas que ofrecen grandes mercados como el oriental. El Puerto de Topolobampo, en el municipio de Ahome, se ofrece como gran opción, así como la construcción de la carretera Topolobampo-Chihuahua, y que no decir de su agricultura en granos y hortalizas.

LAZARO CARDENAS, ocupó la Presidencia de la República a partir del 30 de noviembre de 1934, inmediatamente postuló una revolución social directa. CÁRDENAS pensaba que la vida tradicional de México tenía que cambiar pues de lo contrario la nación mexicana nunca llegaría a integrarse. Su programa exigía beneficios inmediatos para los pobres. Adoptó la educación socialista, para que las masas comprendieran el concepto de luchas de clases y para limitar el poder de la Iglesia y hacer de México un país económicamente independiente. Desmembró latifundios inmemorables que por mucho tiempo habían dominado la vida de muchos mexicanos, también adoptó una actitud marxista y consideró la lucha de clases como la realidad primordial de la historia del país. LÁZARO CÁRDENAS, tuvo poca educación escolar (seis años de primaria), tampoco tuvo una inclinación intelectual que definiera concretamente su posición mientras estuvo en la presidencia de 1934 a 1940; al inicio de su gobierno enfrentó a PLUTARCO ELIAS CALLES, a quien posteriormente mandó al destierro. CÁRDENAS no necesitó del fusilamiento para liquidar a su contrincante: simplemente lo humilló con el destierro, y la deportación de CALLES constituyó un punto preponderante en la vida política de México y su gobierno. Desde entonces los expresidentes no volvieron a tratar de controlar a sus sucesores, a pesar de que muchos llegaron al poder con el apoyo de ellos.

Después de eso, el primero que rompió esa regla sagrada de no intervenir o querer opacar al presidente de la república en turno, fue el expresidente LUIS ECHEVERRIA ALVAREZ, quien intentó manipular al entonces presidente JOSÉ LÓPEZ PORTILLO, como respuesta fue mandado al exilio como embajador plenipotenciario en las islas Fiji. Posteriormente, CARLOS SALINAS DE GORTARI, intentó manipular a ERNESTO ZEDILLO y ante el temor de ser detenido apresuró su salida fuera del país ante la detención y encarcelamiento de su hermano RAÚL. Los casos de VICENTE FOX y FELIPE CALDERÓN, son otra historia.

Fue CÁRDENAS quien afianzó la esfera social de la acción gubernamental, desde entonces sigue siendo el portaestandarte de la acción social de diversos gobiernos. Como el adoptado por el presidente LÓPEZ OBRADOR, quien a pesar de que han pasado 80 años de esa histórica administración, busca encontrarse y compararse con la figura cardenista. CÁRDENAS expropió el petróleo que estaba en manos de compañías extranjeras y a LÓPEZ OBRADOR, le dio por rifar el avión presidencial para repartir el dinero en el área de salud. Una historia que se quiere repetir, ante un mundo diferente, como referente en 1940 México tenía una población de 22,6 millones de habitantes y actualmente son 130 millones de mexicanos, que reclaman servicios públicos de calidad, educación, fuentes de empleo, seguridad pública y no promesas que solo sirven como aspirinas en un país que está enfermo de cáncer por los malos gobiernos del pasado.

México y por consiguiente Sinaloa deben avanzar hacia un renovado Pacto Federal. Tomando conciencia de que la magnitud de nuestro desarrollo, la densidad demográfica y la diversidad de nuestras regiones constituyen un reto para la gestión adecuada de los asuntos de la población. La complejidad y variedad de problemas hacen imposible que un gobierno centralizado federal, estatal o municipal pueda resolver en un sexenio o trienio diversos problemas acumulados por años. El mundo cambió ¿Por qué nosotros no?