|Por: José Angel Sánchez López|

El poder absoluto es un arma demasiado pesada para la mano del hombre. Y de la sociedad. La mayoría puede ejercer un poder despótico. Jesús Silva Herzog

La pauta que está marcando el Presidente Andrés Manuel López Obrador con sus acciones y decisiones que enfilan hacia un rumbo absolutista está cundiendo y eso enfoca a México prácticamente hacia las puertas del absolutismo.

Se observa en las decisiones atrabiliarias de algunos Congresos, entre ellos el de Sinaloa en donde el grupo que controla a la mayoría morenista mantiene una confrontación permanente con el poder ejecutivo.

En el Congreso de la Unión, especialmente en la Cámara de Diputados donde la mayoría es de Morena y sus aliados, están a las órdenes del Ejecutivo quien a veces simula tener que aplacarlos cuando se van de paso pero en el fondo él es quien dirige la orquesta..

Pero en los planos estatales en las entidades donde la mayoría en los Congresos es de Morena las cosas son similares a lo que ocurre en Sinaloa.

Sin embargo, acaba de ocurrir un hecho que supera a todo lo imaginable en un régimen democrático y que da paso hacia el absolutismo.

Es lo ocurrido en el Congreso de Baja California Sur en donde la mayoría morenista y sus aliados destituyeron a cinco legisladores que se significaban por su oposición a las ocurrencias de los que se sienten dueños de la legislatura bajacaliforniana.

Ya meses atrás habían tomado esa decisión pero un amparo otorgado por un juez federal obligó a la directiva de la legislatura a respetar los derechos que les otorgó el voto popular.

Sin embargo, el fin de semana pasado se dio el albazo y la mayoría acordó la destitución e inhabilitación de los cinco diputados incómodos que pertenecen al PES, al PAN y al Partido Humanista.

Los diputados destituidos e inhabilitados para ejercer cargos públicos por dos años son: Lorenia Lineth Montaño, Perla Guadalupe Flores y Rigoberto Murillo del PES; Elizabeth Rocha del PAN; y Daniela Viviana Rubio del Humanista.

Y también amonestación para los diputados José Luis Perpuli del PAN, Maricela Pineda del PRD y Anita Beltrán del PRI advertidos para “no reincidir en las mismas conductas”.

El pretexto fue una supuesta queja interpuesta por un ciudadano acusando a los hoy defenestrados de ausentarse de las sesiones y fraguar un “golpe de estado” contra la directiva del Congreso..

En base a esa supuesta denuncia la mayoría morenista y sus aliados acordaron en juicio político sumario, la destitución e inhabilitación de los cinco legisladores, llamando a sus suplentes.

Ante esta situación el Gobernador de Baja California Sur, Carlos Mendoza Davis interpuso una demanda de Juicio de Inconstitucionalidad por tales hechos.

Y por su lado, los gobernadores panistas agrupados en la Asociación de Gobernadores de Acción Nacional (GOAN) calificaron los hechos como un grave atentado contra le ley y la democracia.

El trasfondo real de esta acción es la respuesta de la mayoría que domina ese Congreso ante las actitudes de oposición de los diputados sancionados a decisiones fuera de toda lógica que se toman aprovechando la mayoría.

Algo que hemos visto con frecuencia en el Congreso de Sinaloa en donde la mayoría de los diputados morenistas actúan mas con el estómago que con la cabeza.

Aunque si bien es cierto que en un principio eran todos los diputados de Morena y sus aliados, al paso del tiempo algunos han reaccionado y han abandonado esas posturas de capricho dando paso a la razón.

Lo sucedido en Baja California Sur es de llamar la atención para el resto del país, pues es una muestra de la cerrazón con que actúan quienes hoy son mayoría en los congresos federal y locales con mayoría morenista.

Y esto puede ser un paso hacia el absolutismo en México.

Un absolutismo que tendría como como cabeza a quien manda en Morena y en el país y que sueña con alcanzar el poder absoluto.

Una monarquía, pues.

Y ya dio el primer paso de su sueño al mudarse a vivir a todo lujo en un palacio: el Palacio Nacional.