Lo más típico de Culiacán es una banqueta invadida por comerciantes y autos. También sus calles atascadas por 500 mil vehículos y un tráfico desquiciado, causante de la muerte de cientos de personas, entre ellas  muchos niños y ancianos.

Aquí, una gran cantidad de conductores no respetan las reglas, ni son sancionados, gracias a una alta carga de impunidad que flota en el ambiente.  

Por ello es común que, dementes, algunos conductores aceleran y dirigen sus coches contra personas de a pie que osan cruzar una calle y los «obligan» a frenar. Hablamos de sucesos en los que la vida del peatón no vale nada.

Segregados de un espacio público diseñado durante un siglo en favor de los autos, los peatones caminan entre los vehículos y lidian con la muerte. 

Y aunque esto debe avergonzarnos,  aquí parece «normal», un mal menor que solo refleja «desarrollo».

La conmemoración del Día Mundial del Peatón nos hace  poner el dedo en estas llagas.

La agresión contra quienes caminan constituye una forma de violencia que toleramos, igual de grave que otras expresiones violentas. Somos una sociedad agredida y resignada ante  estos y otros atentados. 

En contraste, los esfuerzos de la autoridad para remediar este enorme mal son tibios. Son aún acciones aisladas y tímidas.

Es cierto: el actual gobierno municipal se afana cada día en anunciar sus esfuerzos en favor de una movilidad urbana sustentable, pero esto es letra muerta mientras tú, ciudadano, sigas expuesto a morir sobre el pavimento.

En el marco de esta conmemoración, el titular del IMPLAN, Alberto Medrano, garantizó que, «previo a la proyección y ejecución de obras, IMPLAN ha elaborado y aplicado políticas públicas para otorgar al peatón el primer lugar en la Pirámide de Movilidad Urbana». 

Suena bien, pero no es del todo cierto. La dirección del IMPLAN y el Consejo Ciudadano del organismo creado para planear a largo plazo el desarrollo urbano de la ciudad y resolver estos y otros rezagos, muy poco  han logrado. Trienio tras trienio, las autoridades ignoran la Planeación Urbana e imponen sus decisiones.

El IMPLAN, así, cada día parece más un ente prescindible (para satisfacción de no pocos funcionarios alérgicos a la participación activa de la sociedad) que un verdadero agente de cambio.

La administración de Jesús Estrada retiró 3 puentes anti-peatonales, instaló 8 pasos seguros a nivel de banqueta, colocó 6 barandales reutilizados con la estructura de puentes retirados, y ejecutó 26 intervenciones de pintado de reductores de velocidad, retoque de señalética e instalación de señalamientos viales. Es cierto, pero falta muchísimo por hacer. 

«Este esfuerzo tiene su base en el Plan Director de Desarrollo Urbano de Culiacán 2030»,  refirió el propio Medrano ayer a través de un boletín de prensa girado por el ayuntamiento. 
 
¿Cuál es el Plan Director 2030? 

El único Plan Director vigente en Culiacán data del año 2010. Previo a la gestión de Medrano, este Plan del 2010 fue sometido a un proceso de actualización, primero, y expuesto enseguida a una consulta  legal, convocada por el propio alcalde. 

La propuesta, enriquecida con las conclusiones de una amplia Consulta Ciudadana , reconocida por ONU-HABITAT como un ejercicio sin precedentes en Iberoamerica,  duerme ahora el sueño de los justos. Mientras, en Culiacán, caminar es altamente peligroso.