/Cecilia Soto: Derrotar el fascismo en Estados Unidos.

Cecilia Soto: Derrotar el fascismo en Estados Unidos.

Escrito por: Redacción Ruta Sinaloa

|Por: Cecilia Soto|

La acusación por parte de México puede tener implicaciones importantes contra el tráfico de armas y la facilidad con la que el discurso supremacista blanco y contra los mexicanos se publica en blogs y otros medios. Me temo que no es suficiente. Mi solidaridad y afecto para todas las víctimas y sus familias de la masacre de El Paso, Texas.

Nunca, desde el liderazgo pronazi de Charles Lindbergh en los albores de la Segunda Guerra Mundial, estuvo EU tan cerca del triunfo de un movimiento protofascista como el que se observa entre los simpatizantes de la candidatura a la reelección de Trump. Lindbergh, elevado a figura mediática sin precedente a raíz de su vuelo transatlántico en 1927, el primero no acompañado entre los Estados Unidos y Europa, simpatizaba abiertamente con el movimiento nazi y el antisemitismo. La candidatura presidencial de Lindbergh para intentar derrotar la segunda reelección de F.D. Roosevelt, en las elecciones de 1940, fue explorada por el Partido Republicano y, aunque afortunadamente no prosperó, el simpatizante de Hitler desarrolló un amplio activismo en contra de la participación de los Estados Unidos en la guerra, a partir del Comité América Primero, sí, el mismo lema del actual ocupante de la Casa Blanca: America First Committee.

“Podemos tener paz y seguridad sólo en la medida que nos unamos para preservar nuestra posesión más preciosa: la sangre europea que heredamos; sólo en la medida que nos protejamos de ataques de ejércitos enemigos y de que evitemos que ésta se diluya mediante (la llegada de) razas extranjeras.” ¿Cuál es la diferencia entre ese manifiesto racista de 1940 del famoso piloto y la declaración del autor de la masacre de El Paso, justificando la carnicería como una “defensa de mi país al reemplazo cultural y étnico que llega mediante una invasión hispana”? Entre octubre y noviembre de 2018, el presidente Trump tuiteó profusamente calificando a las caravanas de migrantes centroamericanos como una “invasión” al territorio estadunidense, advirtiéndoles que “el ejército norteamericano los esperaba”.

En enero de 2013, cuando el multimillonario Trump ya exploraba la posibilidad de la candidatura presidencial, tuiteó: “Desafortunadamente, la mayoría abrumadora de delitos violentos en nuestras principales ciudades, es cometido por negros e hispanos”. Por no citar las innumerables arengas contra los mexicanos, describiéndonos como delincuentes y violadores, durante su campaña electoral y en estos tres años de gobierno.

El canciller Ebrard anunció ayer varias medidas en respuesta al ataque en el que murieron 20 personas, entre ellas, 7 mexicanos y otros 7 heridos, entre las que destaca la acusación por terrorismo contra el autor material de la masacre y quienes resulten responsables de haber facilitado, voluntaria o involuntariamente, esa atrocidad, y la entrega de una nota diplomática en la que se demandará una condena por parte del “gobierno norteamericano” a los crímenes de odio. La acusación de terrorismo y específicamente por “crímenes de odio” o “supremacismo blanco” ya se estudia por parte de la procuraduría de Texas, delitos por los que se aplicaría la pena capital. Con todo, la acusación por parte de México puede tener implicaciones potencialmente importantes contra el tráfico de armas y la facilidad con la que el discurso supremacista blanco y contra los mexicanos se publica en blogs y otros medios. Pero me temo que no es suficiente.

No importa cuántas declaraciones haga Trump o el titular del Departamento de Estado, Mike Pompeo, contra lo sucedido en El Paso, porque así lo exige la opinión pública o para congraciarse momentáneamente con el gobierno mexicano. Examinemos qué es lo que está en juego: Se juegan otros 4 años de gobierno en los que el presidente no tendría ya el freno que implica buscar una reelección. Sería un Trump reloaded, a la n potencia, que no tendría que estar consultando encuestas de popularidad para radicalizar su discurso racista. Por ello, no tengo dudas de que la estrategia electoral para su reelección está basada precisamente en el discurso de odio contra las minorías. Este discurso es lo único que lo puede hacer ganar.  Así lo demostró con los ataques a cuatro congresistas de color o su reciente agresión al congresista negro de Baltimore, Elijah Cummings, ambos con una respuesta entusiasta entre el trumpismo.

Cuando uno piensa en que el movimiento de Independencia de los Estados Unidos en 1776 fue verdaderamente “un faro de esperanza” contra los oprimidos del mundo, no puede sino encogerse el corazón ante la posibilidad de que vuelva a triunfar lo más atrasado en ese país. Algo puede hacer el gobierno contra esa tendencia, pero más podemos hacer los ciudadanos, las ONG, que tenemos todos alianzas, parientes y amigos que pueden salir a votar en los Estados Unidos. Hagámoslo.

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