Uno sabe (o debe saber) cuándo aflojar para que la liga no se reviente. La mayoría de las personas adquirimos este aprendizaje y desarrollamos un ‘sensor’ emocional que nos indica cuándo parar, cual foco rojo.

Desde niños aprendimos a contribuir a que las relaciones más elementales sean más sanas (o, si quiere, menos tóxicas): con los padres y hermanos, la pareja, hijos y nuestros vecinos, así como a colaborar con el funcionamiento de las estructuras laborales, sociales y políticas, donde el respeto a las reglas de aplicación general son la condición para que los procesos de comunicación no se desmadren (no se salgan de cauce) ni tales tejidos se rompan.

Cuando tales focos se funden, las consecuencias son harto conocidas: las familias se desintegran, los padres se vienen divorcian, hay ceses laborales y quiebra de empresas, sucede la ruptura social y el caos político. Todos lo hemos visto.

Lo anterior viene a cuento debido a una inocultable situación de polarización en la vida política nacional acentuada por increíbles llamados a la insurrección desde la voz de personajes ligados a los círculos de poder actual. ¿Ejemplos? Los llamados abiertos del dirigente del partido en el poder para desintegrar el aparato institucional que garantiza el desarrollo de un proceso electoral legítimo, o las abiertas amenazas de un político sancionado por incumplir la ley electoral contra los consejeros generales del INE, cuya identidad es ocioso revelar en este espacio, quien tiene la osadía de decir que si él no es candidato no habrá elecciones en un estado del sur del país.

Olga Sánchez Cordero, secretaria de Gobernación, reacción ayer ante esta tanda de declaraciones encendidas mediante un mensaje en Twitter arrobando al INE y al partido Morena con «un enérgico llamado» a que mantengan sus reclamos en el marco de la legalidad.

La intervención de la secretaría de gobernación nos recuerda aquel grito oportuno y efectivo que exclamaban nuestros padres y abuelos cuando la situación se desbordaba: ¡Sosiéguense!

Soseguémonos, entonces. Es oportuno hacerlo pues, junto a esa disputa, hay en el ambiente sombras que no debemos dejar de ver: la innegable crisis económica, la muerte dolorosa de centenares de miles de mexicanos a causa de la pandemia y la necesidad de preservar el orden y garantizar resultados confiables en el proceso electoral en curso.