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Carlos Noé Cota | México sigue infectado por la corrupción

Escrito por: Redacción Ruta Sinaloa

|Por: Carlos Noé Cota|

México, como otras naciones del mundo, vive tiempos difíciles por el covid-19 y problemas añejos que exigen solución. Al asumir las riendas de la Nación, el presidente LÓPEZ OBRADOR se comprometió a superar la crisis heredada por su antecesor ENRIQUE PEÑA NIETO, quien entregó el país en una situación crítica e infectada por el crimen organizado, la impunidad y la corrupción.

Con su arribo a la presidencia, AMLO, generó esperanzas que siguen vivas en muchos mexicanos. A tres años de administración y en vísperas de rendir su tercer informe de gobierno, las cuentas aún no salen, pero sigue prometiendo que va a responder a sus compromisos de campaña. Su caminar ha sido de cambios profundos en la estructura social del país, pero la sociedad quiere más y mejores resultados de gobierno.

El presidente requiere colaboradores experimentados, calados, honestos, templados y que no les tiemble la mano ni la voz al tomar decisiones de su encargo. Secretarios y directores de organismos descentralizados que asesoren a su jefe, el presidente, para que tome las mejores decisiones en beneficio del país. De otra forma solo sirven de “floreros”.

Muchos mexicanos no están de acuerdo con las políticas y programas del actual gobierno, sin embargo, no hay que olvidar que partidos de oposición a MORENA han gobernado el País con pésimos resultados. Así que quienes quieran recuperar la confianza ciudadana, ganar elecciones y retornar al poder, tendrán que implementar programas y acciones de gobierno que ayuden a solucionar los desequilibrios económicos y elevar el nivel de vida de la mayoría.

Los señores gobernadores deben de impulsar un verdadero federalismo basado en la autonomía, respeto y competencia de las entidades federativas como lo plasma la constitución, misma que guía las acciones del gobierno, generando respeto mutuo entre poderes y federación. Los actores políticos deben también comprender que en los últimos años, como otras regiones del mundo, México ha vivido una crisis sin paralelo. La sociedad está cansada de la mala calidad en los servicios públicos y de la escasez de oportunidades laborales que generan una pobre calidad de vida. Existe una gran incertidumbre y temor a lo que viene.

La producción industrial a nivel nacional retrocedió 0.53% en su tasa mensual durante junio de 2021, lo que indica que dicha actividad se encuentra en el nivel más bajo desde diciembre de 2020. La minería, los servicios públicos, la construcción y la manufacturera retrocedieron y esto también da mucho en que pensar. Los sistemas de salud en su mayoría son viejos y obsoletos. Los errores cometidos por los responsables del sector salud están a la vista de todos y falta un buen golpe de timón.

En México se carece de liderazgos fuertes y de partidos que sirvan de contrapesos ante los abusos de poder. El país requiere de una generación capaz, inventiva, honesta, que sean verdaderos promotores de un desarrollo que beneficie a la sociedad y no a grupos de poder.

La planeación democrática que requiere el país, es aquella que no se hace a través de planes burocráticos y mucho menos para favorecer a grupos de poder, sino la que garantiza que cada uno de los miembros de la sociedad haga sus planes de acuerdo a sus metas personales, trabajo en equipo y bienestar del país.

El Estado debe hacer planes para organizar el gobierno y mantener un clima de orden, libertad, justicia y seguridad que garantice el desarrollo armónico de sus gobernados. La prioridad deben ser los ciudadanos y no la obra material, como ha sido en anteriores gobiernos, reduciendo cada vez más los derechos humanos.

Es tiempo de aterrizar en la realidad que se vive en México, se nos prometió un gran crecimiento en materia económica, calidad en los servicios de salud y educación, así como la creación de millones de nuevos empleos, pero seguimos esperando. Los mexicanos tenemos años de lucha en la búsqueda de hombres y mujeres que se la jueguen con el país, que puedan conducir a una recuperación real de la economía de largo plazo, que sean ejemplo de honestidad y congruencia. Que sepan inducir, que no manipulen, que no arrastren ataduras del pasado, que no deformen la realidad que se vive y que tengan una visión esencial de la política moderna: la que actúa sobre la realidad para hacer los cambios posibles, los necesarios. ¡Seguimos esperando!

 

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