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Catalina Noriega: Cuchillito de palo, Lo suyo es dividir.

Escrito por: Redacción Ruta Sinaloa

|por: Catalina Noriega|

Sin negar la histórica tradición de asilo mexicana, ni las virtudes que tuvo el gobierno de Evo Morales, su presencia en tierra azteca, crispó los ánimos de un grueso sector. La división es presagio de malos augurios.

Se externó una gran molestia, por la acogida al expresidente de Bolivia; los gobernícolas y los simpatizantes de AMLO, aplaudieron. Le vino como anillo al dedo propiciar esta polémica, en vista de las últimas tragedias de la inseguridad y el desastre de la economía, que ya afecta a un sinnúmero de personas.

¿Alguien observa los datos duros? El desempleo cabalga desbocado, las inversiones en el hoyo, los pronósticos de las agencias financieras extranjeras, de alaridos.

Las inconformidades son tan patentes, que lo mismo se ve a las organizaciones campesinas acorralar el Congreso o, a policías federales cerrar las vías al aeropuerto de la Ciudad de México (Inconcebible: no se les cubre la indemnización a quienes rechazaron irse a la Guardia Nacional. Un cinismo de parte de las autoridades que, a mujeres y hombres entrenados y la mayoría eficientes, les ofrecieran pasar a formar parte de la “vigilancia de edificios”).

Cotidianas las manifestaciones en la Capital, sin que se escuche a esas voces disidentes, a las que se ningunea e ignora. Como la “digna dama” (Claudia Sheinbaum) ya modificó la política de contención de estas expresiones, ahora acabarán como sucedió con la de los policías, a golpazo limpio.

Evo Morales tuvo una gestión importante en su terruño. Sacó de la pobreza a miles de familias, mejoró los servicios de salud, reivindicó a los indígenas, que son mayoría y el Producto Interno Bruto ascendió de manera admirable. Echó en saco roto el desgaste normal de un mandato y, como buen empalagado por las mieles del Poder, no escuchó el clamor de que su tiempo había acabado.

En su aferramiento acabó en un desaseado fraude electoral, que fue la gota que derramó el vaso. Aquí se le abrieron las puertas, pero, más aún, se le intenta convertir en un ídolo ejemplar, en un héroe, lo que podía haber sido de no sucumbir a la tentación propia de dictadorzuelos y caudillos tropicales.

AMLO intenta volverse la cabeza del eje izquierdista latinoamericano, para lo que sigue al pie de la letra lo hecho por algunos de sus pares, empezando por Evo: desmantelar los Poderes y los organismos que suponen un contrapeso y hacerse del control absoluto.

El tiro, como le sucedió al boliviano, podría salirle por la culata. La imposición de Rosario Piedra, a la Comisión Nacional de Derechos Humanos, difícilmente le va a redituar.

Una mujer que mintió ante el Congreso, al decir que había renunciado a Morena, como lo marca la Ley y, peor aún, cuando aparece como consejera, prohibición expresa del reglamento de la CNDH (Tendría que haberlo hecho un año antes).

La votación de los senadores morenacos, tramposa, como se probó y no obtuvo la mayoría requerida. La toma de protesta, de vergüenza, con jaloneos, insultos y el panista, Gustavo Madero, en el suelo, sometido por unas arpías que pusieron en claro que lo suyo son los golpes (¿Qué leyes pueden salir de semejantes antropófagas?).

La caradura de Monreal y el esquirol panista, Germán Martínez, a carcajadas porque se salieron con la suya. ¿Ignoran formas elementales de educación, no digamos de un legislador, sino de cualquiera bien nacido?

Por más que endiosen al boliviano, la 4T empieza su declive y siembra el divisionismo.

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