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Paul Krugman: La burbuja de los multimillonarios.

Escrito por: Redacción Ruta Sinaloa

|Por: Paul Krugman|

 

Ser inmensamente rico no es bueno para tener sentido de la realidad

 

Pongámoslo de esta manera: hoy en día, a muchas facciones políticas se les acusa, con más o menos razón, de vivir en alguna especie de burbuja, fuera de contacto con la realidad estadounidense. Pero pocos viven tan inmersos en una burbuja como la élite multimillonaria y su séquito.

Ahora, los multimillonarios en la burbuja se encuentran en un entorno en el que las preocupaciones sobre la creciente desigualdad, y la extraordinaria concentración de la riqueza en muy pocas manos, por fin parecen estar cobrando impulso político. Y no lo están tomando muy bien que digamos.

Así que ¿los multimillonarios en general hacen enormes contribuciones a la sociedad? Para decir eso, no basta con argumentar que se han ganado su riqueza haciendo cosas productivas. Hay que argumentar que su riqueza no es lo único que han añadido al ingreso nacional.

También vale la pena destacar que a la economía estadounidense solía irle bien sin tantos millonarios como los que tiene ahora.

¿Qué hay de la política? Muchos en Wall Street y una parte importante de la punditocracia son liberales en lo social, pero conservadores en lo económico, o al menos se inclinan hacia ese lado. Es decir, están a favor de la igualdad racial y los derechos LGBTQ, pero en contra de los aumentos de impuestos importantes a los ricos y la gran expansión de los programas sociales. Y ese es un punto de vista perfectamente coherente.

No obstante, en el interior de la burbuja de los multimillonarios, todos creen que sus posturas tienen un amplio atractivo popular. Pues no es así. La mayoría de la gente, incluidos muchos que se dicen republicanos, quieren ver impuestos más elevados a los ricos y un mayor gasto en programas sociales, pero muy poca gente combina esos sentimientos con la hostilidad racial y el iliberalismo social, razón por la cual parecen votar en contra de sus propios intereses económicos.

A lo sumo, podemos decir que el distrito a favor del liberalismo social más el conservadurismo fiscal abarca sólo un porcentaje mínimo del electorado. Cuando Howard Schultz (¿lo recuerdan?) apareció ondeando esa bandera para ver si alguien estaba de acuerdo, sólo alrededor de cuatro por ciento de los electores lo estuvieron. Y los primeros indicadores no muestran que a Bloomberg le esté yendo mejor, aun cuando, siendo alguien que dirigió con éxito Nueva York, tenga mejores argumentos que ofrecer.

No estoy diciendo que la sociedad estadounidense esté necesariamente lista para alguien como Elizabeth Warren o Bernie Sanders.

Me preocupa en especial la política de “Medicare para todos”, no debido al costo, sino porque proponer la abolición de la seguridad privada podría inquietar a decenas de millones de electores de clase media.

Pero la idea de que Estados Unidos sólo está esperando a que un empresario multimillonario sea el salvador que hace su entrada cabalgando sobre un corcel blanco, o más bien, como pasajero en una limusina negra, es sencillamente tonta. De hecho, es el tipo de cosas que sólo un multimillonario podría creer.

 

 

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